10 de diciembre de 2008

El delirio de lalala

Seria capaz Zeus de enviar sus centellas
al notar que aquel hombre yo acecho,
y hasta Afrodita la invadiria la dentera,
si conociera el vigor que me hace pusilánime...

Sin vacilar dos veces,
con tan solo recordar su nombre puedo alucinar maravillas,
cegar mis adepciones e incluso negar mi penuria
y mitigarla por completo.

Tal vez la desventura se aparte pronto de su ser
y llegue algo o alguien más que se encuentre a la altura de quimera,
quizá pase por su vida una antagonista de lisonjas,
y residan instantes donairosos, placenteros y famélicos,
tanto así como para escribir con ironía varios versos.

De pronto alguien más pueda hacerle saber que
por su pecho le acompañaría en sus sueños,
por compartir sus anhelos, por ser su tormento.
Por recorrer su cuerpo con mis besos,
por dar leña a su fuego.
Por acariciar despacio su cuello,
por inquirir largas horas su pelo,
por embriagar de su aroma mi lecho.
Por conquistarle y leerle un soneto,
por admirarle sin ser su desprecio,
por hurtarle la luna al cielo.

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